Desde allí, comenzamos a subir. La subida al Preikestolen no es difícil, pero requiere su esfuerzo. Hay tramos en los que la pendiente es mayor y hay que sortear rocas. También hay una zona plana encharcada que se pasa con unas pasarelas de madera. Como había un poco de escarcha de la mañana, tuvimos q
Por lo tanto, la excursión al Preikestolen la puede hacer cualquiera, pero que se pueda mover con suficiente flexibilidad. La ascensión dura unas 2 horas a un ritmo medio. El esfuerzo merece la pena. En cuanto se gana altura la vista de Stavanger y los valles con bosques, lagos pequeños y caídas de agua, te van acompañando hasta que llegas a lo más espectacular, el Lysefjord, que se domina ya desde gran altura. Sigues caminando hasta que subes un pequeño promontorio y la primera vista de Preikestolen es esta:
El paso a la plataforma no implica ningún peligro y la mejor forma de asomarse es tumbarse y sacar un poquito la cabeza. La sensación de vértigo es bestial, aún tumbado, parece que te escurres hacia abajo…, sientes todos y cada uno de los 604 m. que te separan del fiordo. Como es de esperar esta zona es muy ventosa, por lo que la sensación de frío es mayor. Para ver mejor el Preikestolen y fotografiarse con él al fondo, existe la posibilidad de subir a las rocas que tiene detrás, dando un pequeño rodeo (no subiendo directamente) y que viene indicado también por “T” pintadas en rojo. La vista es la típica:
La vuelta se hace dura, sobre todo a la hora de bajar por las rocas. Yo no estaba en forma y tuve tres días de agujetas, pero lo volvería a hacer… A disfrutar con nuestras fotos...
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